martes, 6 de diciembre de 2011

Nox Codex


En algún punto durante la madrugada deseé morir, pero al acercarse el alba comprendo que tal vez no será así.
He pasado ya la noche, así que supongo viviré a pesar del dolor que no da tregua.
Desde mi delirante y poco claro estado mental, el sufrimiento se siente como una serpiente purpura enroscándose al rededor de mis huesos, deslizándose sobre cada fibra de musculo, cada porción de piel.
La fiebre que presentí al comenzar los lentos y complicados canticos del ritual se ha hecho sentir con todo su fuego en cuanto el eco de las últimas silabas desapareció en el silencio del cuchitril que habitó, dejándome tumbado y destrozado como un animal al borde de la carretera.
Creo que me estoy transformando en algo y la idea de ser como una mariposa emergiendo del sudario de mi cuerpo pone una irónica pero extremadamente breve sonrisa en mis agrietados labios.
Quizás así sea…pero por ahora sólo soy una doliente larva fácilmente aplazable.
La absoluta agonía que me produce la luz que se asoma por las rendijas de mis ventanas cerradas me obliga a cerrar los ojos buscando un escape. El brillo quema mis pupilas y hace que cada fibra de mi ser se oponga al dolor.
No te resistas… me digo, mientras astillas de hielo y fuego se clavan en las articulaciones de mis piernas.
un profundo y primitivo terror hace que me pregunte si conservaré mi forma, entonces recuerdo que no soy precisamente un atleta, ni alto, fuerte o bien parecido…
Si tengo que ser objetivo diría que soy tan sólo un tipo esmirriado y pobre, con un rostro tan común que se pierde entre la multitud. Un descastado sin familia ni conexiones, nacido sin otro futuro que una vida de servicio y dolor hasta que la muerte viniera a buscarme.
No tengo la menor idea de lo que pasara con mi cuerpo; el conjuro era desconocido por mí, por lo tanto no puedo saber cuáles serán las consecuencias, sin embargo a despecho de despertar convertido en una babosa cualquier cambio será bienvenido.
Sin embargo y mientras el dolor me atormenta comprendo que no debí actuar con tanta arrogancia.
A ciegas busco el Libro que descansa sobre la destartalada mesilla al lado de la cama y experimento algo que se parece al consuelo cuando mis dedos se posan en su gastada superficie.
A pesar de su apariencia vetusta y decrepita puedo sentir el poder que emana de sus versos. Palabras en una vieja lengua parece susurrar un nombre en mi mente: Nox Codex…el libro de la noche y como ocurre con todo libro éste tampoco debe ser juzgado por su portada, especialmente cuando se trata de un grimorio tan poderoso que fue capaz de engatusarme.
¿Qué querrá de mí?, quizás nada, quizás todo: un juguete, un sirviente devoto, un vehículo adecuado a su sabiduría, un canal para su furia.
No lo sé.
Desde el estrecho lecho en donde yazgo convertido en lastimero y sudoroso fardo, el futuro es tan poco claro como el resultado final de mis padecimientos.
Así que mientras los anillos purpuras del dolor constriñen y rearman mi cuerpo comprendo, en un instante de intensa y aterradora claridad, que tal vez habría sido preferible morir.

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